Crítica: ‘Deadpool’. Esta no es otra estúpida película americana

Cada década tiene sus géneros favoritos y si los años 60 y 70 fueron del westerm, los 2000 y 2010 son de los super-héroes. Nos gusta, son taquilleras y nos hacen disfrutar, si no, Marvel no apostaría por llevar tantos y tantos personajes al cine o DC no estaría planeando (y ya llevando a cabo) una estrategia similar. No sabemos si nos encontramos en el punto más álgido de esta moda, o si estamos viviendo su declive, pero ‘Deadpool’ llega a los cines prometiendo un soplo de aire fresco a tanto héroe “bonachón” y otorgando algo de auto-humor a un género que a pesar de saturar las carteleras anualmente no parece que termine por cansar a los espectadores.

Y es que ‘Deadpool’ es precisamente eso en su esencia, una auto-crítica desde dentro de los héroes, una sátira realizada por los mismos responsables de haber encandilado a muchas generaciones, año tras año, con sus historias de super-héroes. Y conociendo esa premisa, y teniendo un mínimo de conocimiento de lo que supone este personaje uno ya tiene ganas suficientes de saber que han conseguido con ello en el cine.

Estamos ante una de las primeras películas que da algo más de libertad a Marvel Studios con sus polémicos derechos compartidos con Sony. No se trata de un acuerdo real (no al menos en el metraje de la película) pero sí que deja de lado los miedos de mencionar y hacer burla de ello. Uno de los principales aciertos de una película que cuenta con un guión simplón pero ejecutado con cariño gracias a unos diálogos que arrancan numerosas carcajadas a todos aquellos que disfrutan con este tipo de historias. Y es que Wade Wilson es la cara oscura, paródica y paradójicamente más humana de cada héroe de Marvel. Para ello la película recurre al recurso más utilizado por ‘Deadpool’ dentro del cómic, el de traspasar la cuarta pared y hacer del espectador un personaje más, intimando con la sucia mente del protagonista y haciéndole partícipe de las eternas burlas a este cine, dentro del cine, y ensalzando más aun la figura de sus compañeros y el papel que ejercen dentro de la cultura popular actual.

No estamos ante una película para todos los públicos, ya que no solo encontramos violencia y sexo a niveles poco habituales en una cinta de semejantes características, estamos ante una cinta hecha por y para fans del cómic, concretamente del de super-héroes. Y no estamos ante una obra de arte, ya que los 45 días de rodaje que duró la producción de la cinta se notan en una historia sencilla y simple donde casi todas sus escenas de acción han sido recreadas en su totalidad en 3D. Pero quizás el punto fuerte de ‘Deadpool’ sea precisamente que eso te lo deja bien claro desde el principio, diciendo lo que todos pensamos al ver una película de este calibre (aunque nos divierta) mucho antes de que podamos pensarlo. Y sobre todo, conociendo su condición y utilizándola a su favor.

Por otro lado tenemos a Ryan Reynolds, uno de esos pobres actores que llevan años buscando su hueco en el cine e incluso buscando encasillarse. Algo que ha sido fallido en el género con ‘Linterna Verde’ y que también sufrió la misma fortuna con las comedias románticas, siendo un tipo que “ni fu ni fa” en la mayoría de los casos. Sin embargo, aquí, la cosa cambia, y las mallas de ‘Deadpool’ le sientan de maravilla, no solo por lo marcado que queda su trasero (como diría el mismo personaje) si no por el respeto y cariño que se nota sentir hacia el personaje. Haciendo humor otra vez de lo que el mismo ha representado para Hollywood y convirtiendo al mismo Reynolds en el anti-héroe que es el personaje que encarna. Y luego encontramos a Tim Miller, su director, un tipo que debuta por la puerta grande con un nuevo éxito de taquilla que enamora al público por su ácido humor. No me extraña que ya tengamos confirmada la secuela.

‘Deadpool’ representa lo mejor y lo peor del cine de super-heroes, haciendo de lo peor lo mejor de la película. Alardeando de su sencillez y su aire gamberro se posiciona como una grata sorpresa entre tanto héroe ya aburrido de perdonar a sus enemigos. Una nueva franquicia que hará un “kit-kat” entre varias películas más tradicionales del género que están por llegar y que hace posible un segundo visionado de igual diversión (algunos de sus chistes son para escucharlos por segunda vez). Sin embargo no es ninguna joya, ni nada parecido, solo algunas buenas intenciones genialmente ejecutadas. Sobre todo su inicio; esos créditos iniciales son absolutamente brillantes (acordaros de estas palabras cuando vayáis a verla).

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